Mientras el viento rugía nuestro escenario se envolvía de calidez y expectación. Miradas cómplices sazonadas con un dejo de vergüenza componían la entrada, para luego seguir con el platillo principal en la que los instintos perfectamente preparados a fuego lento eran el componente principal.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario